viernes, 19 de diciembre de 2008

Y Llegará el Día de la Esperanza

Cada día sueño con Ella, con sus preciosos ojos, con su dulce mirada, con sus labios de miel, con sus sonrojadas mejillas, con el encanto de su sonrisa, con la profundidad de su pena, con la amargura de sus lágrimas, con su inigualable belleza...
Y Sevilla seguirá preguntándose a si misma ¿Quién hizo a la Macarena? La Esperanza no fue obra humana. Los pinceles celestiales dibujaron las más hermosas formas soñadas sobre un lienzo de verde terciopelo y fueron los ángeles quienes la tomaron del brazo para bajarla hasta su trono de Reina. No fueron manos humanas, fueron las manos de Dios las que hicieron a la Macarena. Hay sonrisas tan perfectas que jamás podrán ser perfiladas y formas tan sublimes que nunca llegarán a ser esculpidas, son tan inalcanzables que únicamente podrán ser soñadas con los ojos del alma. Sólo Dios pudo plasmar tanta gracia en el rostro de una Mujer.
La Esperanza nunca caminó sola por Sevilla. A su paso lo llena todo, no queda lugar ni para un alfiler de su toca. A su paso se hace el silencio, un silencio roto por una marcha que atraviesa el alma: Esperanza Macarena. Camina con elegancia la Virgen sobre los pies, el más leve golpe de cintura y el mínimo movimiento en los varales y Ella siempre de frente, suena el trío de la marcha y un hondo pellizco en los corazones, excelsas notas para la más bella Azucena. De repente rompe la música por Pasa LA Macarena, unas primeras notas de pentagrama rotas por una sentida salve de aplausos, la profundidad de un pentagrama que llora notas de fina pedrería. Ecos de verde Cielo perforan los tímpanos de los corazones macarenos. Suena para Ella y para Sevilla el Himno de una Coronación, marcha triunfal, entusiasta y sentida, perfecta radiografía del sentir de un Barrio y del amor a su Madre Soberana. La Virgen se pierde en el horizonte profundo con sones fúnebres de Cebrián. Sevilla empieza a añorarla. Acaba de pasar y todo parecía un sueño. Gloria in Excelsis et in Terra. El Mundo se detiene al pasar La Macarena. Ni la brisa del aire respira, las estrellas amagan con bajar del Cielo y ser sus costaleras y la Luna para ser nazarena cercana a su rojo palio. Pasa La Macarena y llora Sevilla.
Se acerca la hora de la Esperanza. El gran macareno Abelardo abrirá la cancela y por sus puertas penetrarán miles de almas dormidas que despertarán de su profundo sueño macareno para concentrar sus vidas en el Atrio, pórtico irrenunciable de los más hermosos anhelos macarenos, Doña Juana volverá a asomarse a un pequeño balcón de la Basílica para acariciar el palio de su Virgen de San Gil. La Esperanza descenderá del Camarín del Gozo que labrara con sus propias manos un hombre de plata. A su vera, el Hijo de su Alma será justamente sentenciado a ser amado por todos los siglos por el Pueblo de Sevilla.
Los Emperadores romanos, Adriano, Trajano y Julio César, claudicarán ante la fuerza de las invencibles lanzas del amor a la Virgen y sus ejércitos derrotados se arrodillarán ante Ella. Una Centuria de “Armaos” con su capitán “El Pelao” al frente desfilará en honor a la Señora y en honra del triunfo de su amor. Las Murallas de Híspalis fortalecidas darán refugio a la Reina de Sevilla.
Volverá a abrirse aquella ventanita de la calle de la Feria, tras ella, asomará de nuevo la niña triste y enferma. De sus pequeños ojos brillantes brotarán finas lágrimas de cristal que resbalarán sobre su carita aterciopelada. Sobre su rostro de ángel volverá a dibujarse una sonrisa perdida. Pasará la Macarena y con su verde manto cubrirá su menudito cuerpo de niña y tras Ella morirá la pena. Las rejas dejarán de ser su cárcel y la enfermedad las celdas de su condena.
Aquella mujer que con temblorosas manos te escribió una saeta, líneas de seda emborronadas por lágrimas derramadas sobre unos versos enamorados de Ti Macarena, jamás pudo salir al balcón para cantarte lo que el corazón le dictaba. Su voz se apagó para siempre para hacer reales tantos sueños junto a Ti Macarena. Pronto abrirá sus ojos para que vuelvas a pasar ante ella y esta vez si que te cantará a Ti Macarena.
Sor Ángela despertará de su leve sueño para traspasar el claustro del Convento y pararse junto al portalón. Su voz será una más entre un coro de novicias. Cantará junto a sus Hijas abrazadas al árbol de la Cruz la Salve Regina a la Señora de Sevilla. Perderemos el palio de nuestras vistas y para siempre nos quedará la Esperanza.
Replicarán las campanas del Salvador, de la Giralda llorarán azucenas, Joselito el Gallo besará su retrato antes del último paseo por el Coso de la Maestranza. Murillo y Ribera la pintarán de Inmaculada, Velázquez dibujará el búcaro que calme la sed de su eterna cuadrilla de costaleros. Bécquer le dedicará las más hermosas rimas en los márgenes de sus libros de cuentas, Mañara verá pasar con embelezo el cortejo de la vida, Juan de Mesa contemplará con admiración la belleza de la Madre del protagonista de sus sueños. Los mismos ángeles que acompañaron a LA MACARENA hasta San Gil fueron los que guiaron las manos del maestro cuando creó las formas exactas de DIOS. Arriará la parihuela, revirará a los ojos de Dios y Manolo Santiago y sus hombres levantarán el faldón de su palio para iniciar el último relevo.
Cinco nazarenos de negro que descansan el sueño eterno junto al SEÑOR DE SEVILLA regresarán de la GLORIA, sus pies descalzos iniciarán el camino desde San Lorenzo y sus rodillas quedarán clavadas sobre una verde alfombra a los pies de la SEÑORA. Por última vez solicitarán "LA VENIA", símbolo de una "CONCORDIA" de siglos. Un ritual que se repite cada año, horas después de que la CENTURIA MACARENA rinda pleitesía y respeto al REY DE REYES. Bien saben sus entregados corazones que "ETERNAMENTE CONCEDIDA ESTÁ LA VENIA".
Que no nos falte nunca la Esperanza.
"A la Reina de los Azahares Renacentistas"