miércoles, 14 de marzo de 2007

Sueños y recuerdos

En estos días de vísperas los más bellos recuerdos invaden nuestras mentes, al tiempo que nuestros cristianos corazones laten a un ritmo mas acelerado. Las noches de sueños profundos dieron paso a los desvelos, a ese soñar despierto, porque nuestra Semana Santa es un sueño que cada Primavera soñamos con los ojos muy abiertos. Un tupido velo nos cubre de pesares, angustias y miserias. Los naranjos muestran las primeras flores de azahares, con esos dulces olores que nos presagian que algo grande está a punto de pasar en nuestras calles. En el paseo matinal desde el viejo Arrabal trianero cruzando un puente que nuestros abuelos cruzaron entre barcas, muere ese río de nuestras vidas que es Triana, unas vidas que van a vivir y no morir en ese mar de horizonte por Dios bendecido de una ciudad soñada, de tanta belleza, profundidad y encanto que el poeta que mejor cantó a Andalucía sólo pudo llamar Sevilla, porque Sevilla es el adjetivo más bello que podemos emplear para llamar a un sueño que no es tal porque está lleno de vida y hasta respira.

En apenas unos días sobre el lienzo de Sevilla los pinceles celestiales dibujarán los más hermosos paisajes sobre un fondo de Amargura. Nazarenos de túnica morada, Crucificados de sangre y agonía, Misterios sobre barcos de sevillanía, Soledades de Madre al pie de la Santa Cruz y Palios que entremezclan colores de dolor y de armonía.

Un año más volveremos a vivir lo mismo que un día vivieron nuestros abuelos y como el más privilegiado legado vivieron nuestros padres y hoy sus nietos e hijos retomamos como testigo de fe y sentimiento. ¡Dios mío de mi alma como no voy a quererte y más ahora que es Cuaresma, si fue en Cuaresma cuando conocí a la única mujer de mi vida y a los pies de la Esperanza y si fue en puertas de una nueva Cuaresma cuando me hiciste el regalo más grande, esa pequeña flor que cada Madrugá de Viernes Santo arrullo entre mis brazos para postrarme ante mi otra flor y Madre morena de gitana pureza!. Un último recuerdo me lleva a aquellas noches de desvelos de padre y de lágrimas de mi niña, sólo acalladas por cortas mecías y la mas dulce de las nanas que nacía cada noche de la profundidad de la garganta de un padre, porque mi niña dormía con esa dulce melodía que cada tarde de Jueves Santo consuela el dolor de la Virgen que más llora.