domingo, 28 de noviembre de 2010

DOS AÑOS SIN MANOLO BARRÓN

                                                  Fotografía: Conchita Díaz

                               DOS AÑOS SIN MANOLO BARRÓN

Quiero decirte, hermano Manolo, que hoy sonaron en San Jacinto esos mismos sonidos, que en armonioso compás, rompen el silencio pausado de la gélida mañana de Viernes Santo en nuestro Barrio, justo en el instante que la Cruz de Guía de nuestra Hermandad cruza de orilla a orilla las aguas que unen corazón y alma, Altozano y Giralda, Triana y Sevilla.

Roncos ecos de tambores y murmullos penetrantes de cornetas que en insólita metáfora se entremezclaban con las guirnaldas que anunciaban la cercanía del Adviento y tras su tiempo el nacimiento del Niño que cada Primavera se hace hombre para cargar con el peso de la Cruz de nuestras culpas. Vida y Muerte, compases distintos, amarrados a un mismo pentagrama de alegría y llanto.

La composición “AL CIELO EL REY DE TRIANA” me invitó a levantarme y a volver a casa, como volví aquella mañana de Viernes Santo cuando al otear hacia el Templo Dominico y alcanzar a ver los cuatro ciriales que anuncian al Señor de la Templaza, el dolor me derribó por tres veces hasta hacerme caer en la desesperanza. Cada año duele más levantar la vista desde las zapatillas que lo elevan hasta el azulado firmamento hasta alcanzar a la mirada serena del Rey de la Pureza.

He sentido esas mismas destemplanzas, la caricia del relente que inflexiona la llegada a Sevilla con la vuelta a nuestro Barrio. Por mi cuerpo aletearon los mismos escalofríos que en bendita jornada sentía cuando llegando a la Catedral en absoluta oscuridad, la abandonaba de mañana bajo un Cielo rasgado de vestiduras que buscaba entre cortinas de bruma a ese Sol que desde la colina del Aljarafe Cartujano bajaba para besar los aterciopelados pies descalzos del Viejo Arrabal trianero.

Vuelvo a asomarme al balcón de los anhelos y a la cornisa del Guadalquivir para embeberme de espumas y sentir sobre mi pecho el rumor penetrante de la melancolía. Cada día que pasa es más intenso el recuerdo y nuestra amistad, lejos de perder rigor, recobra mayor firmeza.

Dos años, querido Manolo, han pasado desde aquel día de noviembre que atendiste a la llamada de nuestro Señor de las Tres Caídas. Para ti se acabaron las promesas y los sueños. El relámpago tenebroso del Parasceve hizo estremecer a tus seres queridos y tu vida se quebró hasta que tu rodilla terminó por besar la canastilla entre lirios de la parihuela celeste de la eterna Madrugá.

Con orgullo, Manolo Barrón, cada año reabro las líneas de ese libro que comenzaste a escribir muy pronto y en el que cada día, con tus actos, sumabas un nuevo capítulo de amor y generosidad. Como mejor legado nos dejaste a tus hijos, tu fiel reflejo, la alargada sombra de tu bondad. La tristeza de quienes como tú hablan mirando a los ojos, sin iras ni resentimientos, aunque sin apartar de sus palabras la gran verdad que subyace en cada uno de sus pensamientos, contrasta con esa bendita Esperanza que llena de gozo sus corazones.

Gracias hermano, por mostrarnos esa otra hermosa Esperanza. La que no llora de Madrugá, la que no se mece al compás de la música, la que no nos roba a diario el corazón, la que no funde el bronce de su Rostro Moreno con el precioso metal de sus varales.

Nuestra Hermandad es grande y la devoción de nuestra Esperanza Universal, por reflejar en su estética y en su misterio, la vida y obra de quienes como tú derrochasteis cada gota de vuestra existencia para hacerla grande, sólida en sus cimientos y agradecida de su Historia.

Querido hermano, anclaste tu nave en otro Puerto y tus ojos se encontraron con la mirada de la misma Esperanza que en la Calle de la Pureza nos recuerda que un trianero de ley pasó por delante de nuestras vidas.




 
Te queremos siempre y tu memoria no morirá al estar muy viva en nuestros corazones.

2 comentarios:

Joaquín Barrón Tous dijo...

Gracias Jordi, hasta ahora no lo había visto que también en el segundo aniversario te acordaste de él. Lo vi removiendo entre tu blog, palabras que ayuden a entender porqué esta Semana Santa tampoco estará. Me alegra que el sentimiento de ausencia no sea sólo mío, lo veo en ti, en Javi y en muchos, me reconforta que no sea sólo una cosa nuestra, me quedo con que tuvimos mucha suerte de tenerlo. Gracias y espero verte estos días.
Tu labor es fantástica recordando a los que por aquí pasaron y el legado que nos dejaron.

Eduardo Barron dijo...

Gracias por tus bellas palabras. Da alegría pensar que existen cofrades de verdad que se expresan desde el corazón. Un abrazo