viernes, 22 de octubre de 2010

DÉJAME HABLAR POR TI




DÉJAME HABLAR POR TI

Déjame hablar por ti.

Déjame ser la voz que rompa tu silencio.

Déjame ser aliento en tu ahogo.

Déjame ser luz en la oscuridad que te cegará.

Déjame gritar por ti “quiero vivir”.

Déjame soñar con tu sonrisa.

Déjame llamarte querido niño.

Déjame ocupar los vacíos de tu ausencia.

Déjame ser sombra prolongada de tu efímera existencia.

Déjame suplicar contra la injusticia que te condenará a muerte.

Déjame soñarte como blanco nazareno en Domingo de Ramos.

Déjame anhelarte en los primeros tramos de túnicas verdes de la Esperanza.

Déjame pedirle al Señor por tu joven alma cercana a abandonarte.

Déjame clamar tu inocencia ante quienes te privaron del derecho a nacer.

Déjame hacerles la pregunta que a ti te negaron hacer.

Déjame que busque en el Cielo tu sonrisa robada.

Déjame que con mis manos acaricie tu rostro aniñado.

Déjame que pose mis labios sobre tu carita para darte un primer y último beso.

Déjame llorar por ti querido ángel porque siento que te marchas.

Déjame que por momentos sienta sobre mi pecho la espina que te atravesó el corazón.

Déjame que grite a viva voz tu nombre.

Déjame que cubra tu débil cuerpo con un pañuelo de seda.

Déjame que mire por última vez a tus ojos rasgados.

Déjame que encienda una vela por tu vida.

Déjame que busque un lugar donde enterrar tu cuerpo.

Déjame que deposite rosas sobre tu nicho.

Déjame decirles a tus padres que como hijo los has perdonado.

Déjame pedirles que piensen en lo mucho que perdieron.

Déjame mostrarles el camino de la felicidad.

Déjame contarles que ésta es alcanzable al tomar entre los brazos al niño que engendraron.



No soy quien para juzgar a nadie y menos para condenar. Creo en la justicia de Dios y en el mayor regalo que podemos recibir en esta vida: un hijo. Tengo dos hijas maravillosas que me colman de esa felicidad que tanto deseo a mis semejantes. No puedo ocultar mi dolor por cada vida abortada y por cada una de las mujeres que vuelven la vista al pasado con desesperación. Estos días en nuestra Ciudad se celebrarán unas jornadas tristes para nuestra memoria. Sevilla, Templo de la vida y la convivencia, pasará a ser la Capital del dolor. Seremos convidados de piedra en unas jornadas que nos hablarán de prácticas abortivas. ¿Dónde está mi Sevilla? Mi Ciudad habla de la vida, del amor, de la gloria, de María, de nuestro Señor..........

Quiero seguir mirando a los ojos del Gran Poder como vengo haciéndolo durante décadas cada Viernes y quiero seguir su estela cada Madrugá de Viernes Santo. Mi silencio en estos momentos no me haría digno de ser merecedor de tal privilegio. Mi madre de pequeño me enseñó a pedirle a la Virgen por los que se marcharon, por los que llegarán y por los que están. Hoy, más que nunca, rezaré a mi otra Madre por los que siendo vida no tuvieron el derecho a nacer.

Mi verdadera cofradía pone la Cruz de Guía esta misma semana en las calles de Sevilla. Empiezo a notar en sus primeros tramos la ausencia de muchos niños, cuyos sueños se desvanecieron en los vientres maternos. Sin la memoria y la oración por estos jóvenes mártires mi otra cofradía carece de sentido.

Mi querido niño déjame hablar por ti y déjame llevar la esperanza a esos otros niños por nacer.

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