domingo, 29 de noviembre de 2009

CACHORRO MÍO


CACHORRO MÍO
Por calle Castilla avanzan parejas de oscuros nazarenos que retoman el camino hacia el comienzo. Sus cansados pies apuntan hacia el Patrocinio, al tiempo que sus fortalecidos corazones por mil veces volverían a cruzar el Puente hacia Sevilla. Atrás quedaron el calor de la tarde y el inicio de un nuevo sueño, Reyes Católicos, Sierpes, La Campana, La Catedral y su Torre Centinela y el Arco del Postigo.
Aromas de jazmín y de romero, sabores de canela y de hierbabuena, sonidos de cornetas y tambores, cantes por martinete y por soleares, vestigios del pasado que entremezclados con el incienso y la cera recrean la Triana pasional e imperecedera. Emociones y sentimientos a flor de piel en el Arrabal trianero. El viejo Altozano espera despierto, en desvelo y en silencio.
El Puente empieza a sentir escalofríos al percibir sobre sus pies las heladas aguas del Guadalquivir, sus barandas temblorosas sueñan con dejar de lado Ilusiones perdidas y retomar el camino de las añoranzas. En el corazón de Triana renacen viejas postales perdidas en el tiempo.
Hirientes puñales bañan de sangre la enlutada noche del Viernes Santo en Triana. La Cava dormida despierta para asomarse al balcón de San Jacinto y adivinar en el horizonte lejano de San Pablo la inigualable silueta del Cachorro de Triana, que a punto está de dar la espalda al Cielo de Sevilla.
Atrás quedó el hermano Arenal y el abrazo a la Caridad en el Baratillo. La noche se partió en dos, el alma de un Barrio tomó vida y se hizo visible a los ojos de una Ciudad que con lágrimas de despedida parecía decir “Ahí lo tenéis de nuevo”.
La más hermosa representación de la agonía de Dios en el madero adormece en lo alto de una canastilla. La Luna del Parasceve es testigo de excepción del prodigio de la madera reencarnada en el Hijo de DIOS. El barroquismo sevillano parece rehuir de su exagerado dramatismo para expresar sus más excelsos cánones de belleza y armonía en la que sin lugar a dudas resultó ser su obra cumbre.
El Cristo del Cachorro clava sus ojos en un Cielo color tinieblas en búsqueda de la Luz del Padre. Ingrávido e inerte trata de agarrarse a la vida. Torso moreno, hileras de sangre que resbalan por los costados y que como surcos recorren su espalda y brazos extendidos para abrazarse a la eternidad de la vida.
Cristo del Zurraque, amor perpetuamente prometido y mirada tan perdida, como anclada en el Corazón de Triana. Dicen que fuiste gitano y que cada día dejabas de lado el Castillo de San Jorge para cruzar el Puente entre barcas y entregarte a la otra orilla. Dicen que el gitano que llamaban Cachorro se encontró cara a cara con la muerte y que de su agonía el maestro utrerano tomó la justa medida de Tu Expiración.
A veces me pregunto si eres real o simplemente te apareciste en un sueño. Si eres real quisiera vivir mil años para mil veces volver a esta contigo, si te apareciste en un sueño, espero que éste se eternice, para no sentir que te marchaste y que nunca más volveré a verte.
Sobre el negro terciopelo de Triana dibujaron los ángeles del Cielo la ternura de DIOS entregada a la tortura de un madero. Como salido de un cuadro de Murillo o de Ribera la perfección se dibujó en el semblante de mi DIOS que agoniza enterrado en un monte de claveles que brotaron sobre el suelo de una parihuela.
El día que me falten las fuerzas y que no pueda estar contigo, te pido Cachorro Mío que me llames a tu vera. Llévame Cachorro Mío para que toque con mis manos el despertar de ese hermoso sueño que nos aguarda en un rincón de Cielo al que los ángeles dormidos de la Cava también llamaron Triana. Mi alma te espera para fundirse con el bronce moreno de tu dolor y mi corazón agradecido para morir en el mar de Tu bondad infinita. Llévame contigo Cachorro Mío, para que mis dos pequeñas trianeras del alma, cada tarde de Viernes Santo, puedan leer en tus ojos esas hermosas palabras que siempre quise dibujarles en mis labios, pero que nunca encontré para ellas. Llévame contigo Cachorro Mío, como te llevaste a tantos trianeros que se marcharon a la Triana eterna. Tu ausencia es mi vacío y Tú presencia el todo que llena mi soledad.
No murieron los hijos de Triana porque, Cachorro Mío, en esa Cruz que te aprisiona, eternamente duermen en paz su último sueño. Como los presos de la vieja Cárcel del Pópulo, tratamos de alcanzarte con nuestras manos para liberarte de tu celda de madera. Es el destino que supiste aceptar con resignación el que te aleja de nosotros. Tus llagas son vestigios del pecado y tu Expiración la antesala de la pureza de nuestras culpas.
Triana es un museo y Tu paso es un tapiz. Fueron las manos de un escultor iluminado desde el Cielo las que te dieron esa vida que en cada suspiro se te marcha. Una noche sus ojos vieron morir a un príncipe gitano y del ahogo de su muerte esculpió al REY de REYES. El Cachorro expira en cada levantá al Cielo de Sevilla, pero nunca muere, porque el amor de su Barrio lo mantiene con vida. Quisiera ser lienzo para sentir dibujado sobre mis entrañas el rostro de tu agonía o pincel para perfilar las líneas exactas de Tu perfecta silueta. Quisiera ser clavel para sentir sobre mí cada gota de tu sangre. Farol para iluminar Tú rostro, poesía para rimar en suavidad con tu sufrimiento o música para acallar tus lamentos. Quisiera ser Tarde de Viernes Santo para tenerte siempre entre mis brazos y Tu costalero para cargar con el peso de Tú Cruz.
En el ocaso de cada Viernes Santo recuerdo las palabras de los abuelos de mi Barrio y por el cuerpo me recorren escalofríos como tímpanos de hielo que me hacen estremecer. Una triste jornada, las llamas prendieron al Cristo de la Expiración y a Nuestra Virgen del Patrocinio. Milagrosamente, la Imagen del Cachorro pudo salvarse, a pesar de los importantes daños sufridos. Como reliquia de amor guardaban los abuelos las cenizas de la Cruz, celosamente protegidas, envueltas en papel de estraza. Tristemente la Señorita de Triana se consumía entre llamas y las lágrimas de los primeros hermanos que pudieron asomarse al Templo.
De entre las cenizas de la Virgen renació la actual talla de la Dolorosa. Un primor de belleza que cada Viernes Santo nos recuerda la más triste jornada en el devenir de nuestra Hermandad y sobre todo la hermosura de una Virgen que se interpuso entre el fuego y su Hijo para volver a entregarle la vida.
Te marchaste Señorita de Triana sin despedirte de tus hijos. Tus lágrimas quedaron esculpidas en el alma de un Barrio que quedó embargado por la pena. Tus sonrojadas mejillas se marcharon como los claveles de Tu palio. Tus labios se cerraron tras el último beso a Tu Hijo en el madero. Nos dejaste tristes y abatidos, sin encontrar explicación alguna a tu ausencia y sin oraciones para rezarte.
Con todo mi cariño a mis hermanos del Cachorro.