jueves, 9 de abril de 2009

A Mi Nazarenita Guapa de Triana


A mi Nazarenita guapa de Triana
Querida niña, por fin, llegó el día que tanto ansiabas.
Recuerdo con emoción aquella inolvidable noche de destemplanzas, en vísperas de una Cuaresma, que mi Virgen Morena puso entre mis brazos a esta pequeña rosa trianera. Te bastó abrir esos pequeños ojos de esmeraldas para conquistar mi corazón de padre. En tu mirada descubrí el remedio infalible para cicatrizar las heridas del corazón, en tus besos el bálsamo eficaz para mitigar las dolencias del alma y en tu sonrisa la más hermosa melodía de sueños compartidos.
Con tu venida a este Mundo, Sarita mía, Dios apartó las espinas, que a veces se cruzaban en mi camino. Desde entonces, vida mía, en mis tristezas y en mis alegrías, únicamente encuentro rosas, rosas sin espinas y suaves como el morado terciopelo que por una mañana cubrirá esa carita de ángel que cada noche beso antes de que tus ojitos de lucero se cierren por completo.
Cada día que pasaba por tu vida, mi corazón más conquistabas. Alma del alma mía, eres tú mi pequeña Cirinea. En tus desvelos y con tu sonrisa inmaculada aliviabas el peso de la cruz de mis noches de insomnio. Estaba escrito en tu destino, un día serías nazarena del Señor de la Tres Caídas de Triana. Desde un principio tenías muy claro que tu lugar estaba muy cerquita de esa cara Divina y penetrante del Señor de la Calle Pureza.
Ya siento el pellizco de aquello tan hermoso que en unas horas dejará de ser un sueño. Por fin veré a mi princesita vestida con túnica morada y capa color crema, recorriendo los últimos pasos que la devolverán con su Cristo y con su Virgen de nuevo a Triana.
En el Puente volverás la vista hacia atrás y descubrirás la Torre más alta que corona a la Ciudad de Sevilla. En ese momento te diré hija mía que hace veinticinco años y en las entrañas de esa insuperable Torre Centinela, el pueblo de Sevilla puso una corona de desbordante amor sobre nuestra Virgen Alfarera.
En las aguas del viejo Guadalquivir percibirás la brisa marinera que a punto estará de acariciar el dulce rostro de Dios que por Tres veces en la Santa Madrugá besará el suelo de Sevilla.
Acuérdate Sara, eres tan bondadosa que no necesitarás que yo te lo diga, de esos niños enfermos que están en el hospital y que tanto necesitan de esa verde Esperanza, que por una noche traspasará las fronteras del Arrabal Trianero para robarle el corazón a Sevilla. Recuerda con cariño a esos angelitos que se marcharon muy pronto al Cielo, y que como tú, estarán repartiendo caramelos, medallas, estampitas y sonrisas a niños y mayores.
Pídele a la Reina de Triana por ese hermanito que tanto deseabas, y que si Ella quiere, pronto podremos acariciar con nuestras manos. Pregúntale a tu madre por tu hermanito y por esos nervios que le entran cada vez que escucha los sonidos de Triana.
¿Cómo puede ser posible que todavía no ha nacido y está que se muere por besar las manos de la Esperanza de Triana?. No decían que este sentimiento llegaba con el parto, me atrevería yo a decir, que incluso, viene de antes. ¿Quién puede poner en duda que bajo el latir de este pequeñito corazón no existe vida?.
Sueña mi niña, sueña en esta noche inolvidable de Sevilla. Mañana muy temprano abrirás los ojos de par en par y por primera vez en tu vida vestirás la túnica que con tanto cuidado te ha preparado tu madre. Con orgullo te llevaré de la manita porque eres tú esa rosa soñada que floreció en el jardín dormido de mi vida y que cada tarde de primavera me hizo despertar de un profundo sueño de anhelos inalcanzables, para descubrir en la Iglesia de Santa Ana la dulce mirada de mi otra Flor y Madre.
No olvides, mi pequeña florecilla, mirar a los ojos de la Virgen, que aunque muy lejos te encuentres de Ella seguirás viendo su cara Morena. Déjate llevar por su Luz, por esa belleza desbordante que se sale del palio, por su carita gitana y por esos ojos grandes que eclipsan a estrellas y planetas.
No busques con tu ojitos niña, a esa Luna que lució en la noche más hermosa de Sevilla, porque hija de mi alma, esa Luna irá mecida entre varales por las calles de Triana.

Te quiero Sara

3 comentarios:

el aguaó dijo...

Nervios. Ansia. Ilusión. Reflexión. Trsiteza. Alegría. Una mezcla de sensaciones que me hacen recordar a la primera vez que salí. Como cada año. Como debe ser.

Aquí estoy, un año más, para decirte qué siento amigo mío.

Un abrazo.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Felicidades por esa primera vez de tu hija, recuérdasela siempre y así lograremos traspasar de generación en generación los difíciles sentimientos cofrades.
Un abrazo.

Moe de Triana dijo...

Enorme miarma, ante esto no se puede decir na.

Un saludasso.